
Los titulares son efectivamente llamativos: «El consejero singular y exdirector del FBI Robert Mueller acusado de violación por ‘testigo muy admisible»; «Nuevo vídeo prueba que personal de la campaña de Beto O’Rourke ayuda ilegalmente a la caravana» o bien «Naciones Unidas: Trump debe dejar que la caravana de inmigrantes entre en U.S.A.».
Todas y cada una son noticias basura, compartidas por miles y miles de personas en Fb. Conforme un nuevo estudio del Oxford Internet Institute (OII), estos contenidos se comparten en esta campaña electoral más que en dos mil dieciseis y ya supera al interés por los medios tradicionales. Entonces eran más conocidas como fake news que inundan los blogs mas leidos, mas los estudiosos piensan que la nueva denominación es más precisa: «Preferimos el término noticias basura pues fake news ha sido muy politizado y se utiliza retóricamente con frecuencia para desacreditar a los medios tradicionales», afirma Nahema Marchal, estudiosa del OII.
Los medios que publicaron esas noticias son Breitbart, Hannity y Gateway Pundit. Los 3 son parte de una lista de ciento trece plataformas que el estudio ha apartado por el hecho de que «poseen formas variadas de publicidad y también información hiperpartidista y también ideológicamente extrema». El artículo ha analizado dos con cinco millones de tweets y seis mil novecientos ochenta y seis páginas de Fb a lo largo de el mes pasado de octubre. «La proporción de fuentes de noticias basura que circula por Twitter ha crecido 5 puntos desde dos mil dieciseis, lo que significa un veinticinco por ciento de todas y cada una de las URL capturadas a lo largo del estudio», escriben los autores. Los enlaces compartidos de medios tradicionales sumó solo el diecinueve por ciento del total.
Entonces están los memes
Estas pseudonoticias son solo una parte perceptible del cosmos desinformativo de las redes. Por debajo está el pastel de los memes: una imagen con una oración sin enlace. Los textos en imágenes son más bastante difíciles de buscar. Kevin Roose, cronista de The New York Times, halló por servirnos de un ejemplo una con la cara de Cesar Sayoc, el acusado de enviar catorce bultos bomba a críticos con Trump: «Un demócrata de siempre últimamente registrado como republicano, que cubre su furgoneta con pegatinas de Trump y comienza a mandar bombas que no explotan a demócratas. ¿Y debéis consultar por qué razón los americanos lo ven como sospechoso?» Esta acusación de ser un tapado llevaba más de setenta y ocho compartidos. Conforme Roose, la pieza más compartida en el mes de octubre de The New York Times consiguió cincuenta.
Los memes son simples de crear y acostumbra a haber un supuesto usuario privado deTwitter al comienzo de la cadena. Un meme con mucho éxito ha sido el de policías mexicanos ensangrentados con un mensaje donde se acusaba a los inmigrantes de la caravana que se dirige a U.S.A. de ser los culpables; mas las fotografías eran de dos mil doce. Otro meme con recorrido ha sido decir, falsamente, que el marido de Chelsea Clinton es sobrino del magnate George Soros, acusado sin pruebas de estar tras todas y cada una de las conspiraciones antirrepublicanas. Los dos ejemplos rondaban los treinta.000 compartidos.
Los pseudomedios exageran, estiran o bien manipulan la realidad a fin de que se ajuste a sus pretensiones. Hay, de forma frecuente, un feto de veras en el fondo de sus piezas. Los memes son de forma directa propaganda: «En este estudio no hemos analizado memes. No obstante, asimismo es verdad que la información basura visual es un inconveniente enorme puesto que las imágenes son capaces de distorsionar la realidad política y extenderse como fuego en las redes», afirma Marchal. La organización para hacer viral estos contenidos puede proceder ahora de los conjuntos de Fb, lo que sería una novedad, conforme Jonathan Albright, directivo de Investigación del Tow Center de la Universidad de Columbia.
Fb creó hace unas semanas, con altilocuencia, una war room para alertar y suprimir este caudal de desinformación. No obstante, no está consiguiendo ningún resultado alén de alardear de esmero.
¿Y la propaganda de micronichos?
Aparte de las noticias basura y los memes, están los anuncios, que tienen su peso y pueden decidir elecciones. Eso es lo que pudo suceder en 2016: la publicidad para micronichos «acrecentó la probabilidad de que un votante no alineado acabase votando por Trump por por lo menos 5 puntos», conforme otro artículo reciente de la Universidad británica de Warwick, el ETH de Zurich y la Universidad Carlos III. En una elección tan igualada como la de dos mil dieciseis, los cuarenta y cuatro millones de dólares americanos y las ciento setenta y 5 mil variaciones de anuncios que utilizó la campaña del presente presidente fueron definitivos, conforme este informe. «Los efectos de la campaña on-line fueron más fuertes entre los votantes que utilizaban Fb de manera regular, entre aquéllos que confiaban en él como fuente primordial de información y entre los votantes sin educación universitaria», agregan. Todo eso ocurre bajo el radar público.
Los conjuntos más tendentes a compartir y consumir las noticias basura en Fb son, conforme el artículo de Oxford, las páginas vinculadas a «extrema derecha» y los «conservadores tradicionales». Conforme los autores, la base que sosten al presidente Trump ha conseguido expandirse cara republicanos más tradicionales: «Las noticias basura consumidas por los seguidores de Trump y la extrema derecha es ahora consumida por usuarios conservadores», escriben. La izquierda ha comenzado a copiar los métodos de los seguidores de Trump, mas su alcance es mínimo: no supera el cinco por ciento de lo que consumen las bases progresistas.
Es simple de imaginar por qué razón los seguidores de Trump creen más en este contenido basura. Conforme una investigación de The Washington Artículo, en las últimas 7 semanas ya antes de las elecciones, Trump ha hecho mil cuatrocientos diecinueve declaraciones falsas, una media de treinta al día. Los mítines electorales disparan sus exageraciones.
Si alguien se pregunta si los rusos están tras todo esto, la contestación de los estudiosos es no, cuando menos de forma obvia. En el artículo hay una categoría llamada «contenido ruso obvio», que solo suma un 0,2 por ciento al total. No obstante, absolutamente nadie sabe nada con certeza: «Los datos señalan que muchas de las noticias basura son hechas en casa. No obstante, no hemos intentado examinar si el contenido en sí fue creado o bien impulsado por entidades extranjeras», afirma Marchal.